
Por Narciso Santos Yanguas.
Esta estela funeraria, encontrada en el lugar de Ablaneda, parroquia de San Juan de Godán, en el concejo de Salas (a unos 2 kms. aproximadamente de la capital del mismo) nos ofrece un campo epigráfico especialmente significativo por varios motivos como analizaremos después (en la actualidad se conserva en el Museo Arqueológico Provincial de Oviedo).
Dicho monumento, que cuenta con un saliente en su parte superior, hasta donde alcanza el rebajamiento de la piedra en forma de ángulo, de forma similar al encuadramiento de una estela-casa (llamadas por ello inscripciones oicomorfas), presenta como medidas 83 x 59 x 20 cms.
En el interior del documento se enmarca el campo epigráfico, repartido en 6 líneas, siendo su distribución, reconstrucción y traducción la siguiente:
FLAVS
AVLEDI F
CABARC
VS ) BERI
SO AN
XV H S E (CIL II.5739)
Flavs (Flavus o Flavius)/ Auledi f(ilius)/ Cabarc/ us c (astro) Beri/ so ann (orum) / XV h (ic) s (itus) e (est)
«Flavo (Flavio) Cabarco, hijo de Auledo, (originario) del castro Beriso, de 15 años (de edad), aquí esta enterrado».
Nos hallamos ante una nomenclatura típicamente indígena, lo que se desprende también de la filiciación del individuo (el nombre del padre: Auledo).
El primero de los nombres del personaje (un adolescente de 15 años) estaría contraído en la inscripción, bien por el propio lapicida (que escribe las letras en la piedra) bien por tratarse de ese latín vulgar que poco a poco arraigaría entre los habitantes del Norte peninsular.
De cualquier forma Flaus equivale a Flavus (o Flavius en su forma más clásica), lo que lleva a vincularlo con los emperadores Flavios (último tercio del siglo I d.C.): si tenemos en cuenta que los miembros de dicha dinastía, en especial Vespasiano, pondrían un empeño especial en el desarrollo del cuadrante noroccidental hispano (desmilitarización, urbanismo, minería romana del oro…) no puede extrañar que su nombre fuese adoptado por muchos indígenas de la zona.
La filiación del personaje es la propia de la organización social indígena, es decir el nombre del padre en genitivo delante de f(ilius), lo que se completa con la forma de expresar su procedencia (C invertida seguida de su lugar de origen, Beriso, cuya identificación con algún topónimo actual resulta imposible).
Se ha pensado que tal vez este personaje y su familia pudo proceder de la población galaica de los cibarcos (asentados en la costa occidental asturiana), quienes se desplazarían un poco hacia el interior para implicarse en las labores mineras vinculadas a la producción de los tajos de oro aprovechados por los romanos.
No obstante, nos parece más lógico suponer que pertenecería al grupo de los pésicos, población astur que ocuparía el suelo suroccidental de Asturias que se extiende por ambas márgenes del río Narcea y de sus respectivos afluentes.
Este hecho nos viene confirmado además por el hallazgo de una inscripción votiva (dedicada a la diosa Tutela, divinidad vinculada a la urbanización-municipalización de las provincias occidentales del Imperio romano) en la localidad de Arganza, concejo de Tineo, en la que se documenta la existencia de la capitalidad de dichas gentes (civitas Paesicorum).
Así pues, esta lápida funeraria nos pone en relación con varios hechos significativos en aquellos momentos en el territorio astur que posteriormente (ya en época moderna) se integraría en el ámbito territorial del actual concejo de Salas:
- En primer lugar constituye un claro síntoma de la organización social indígena típica de los astures, que no se desintegra ni desaparece por completo de golpe hasta bastantes décadas después de la presencia romana en la región.
- Por otro lado nos indica igualmente la perduración de una articulación administrativo-territorial del espacio habitado por esta comunidad (lo documenta la expresión del poblado castreño al que pertenecía el difunto).
- Además, nos encontramos ante un incipiente proceso de urbanización-municipalización, que, de acuerdo con la inscripción, no habría alcanzado todavía por completo a este territorio (y de ahí que haya que fechar el documento en las décadas finales del siglo I de nuestra era).
- Finalmente el lugar del hallazgo de nuestro documento se vincula directamente con una zona aprovechada con intensidad por los romanos desde el punto de vista de las explotaciones mineras de oro (pero este tema requiere un análisis monográfico que posiblemente sea objeto de una próxima conferencia).
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