
Por Francisco Muñoz de Escalona.
«Las posibilidades que tiene la cultura para desarrollarse como un recurso económico son claras. Y esto no sólo es posible en las ciudades. Cada pequeña localidad conectada con su entorno tiene la posibilidad de sacarle partido a la cultura». Así concluyó ayer Víctor Fernández Blanco, del departamento de Economía de la Universidad de Oviedo, su ponencia en el sexto congreso de rehabilitación sostenible del patrimonio cultural que se ha celebrado hasta hoy en Salas. El economista dejó claro que la cultura también genera riqueza y puso ejemplos como el Guggenheim de Bilbao. Con estas palabras empezaba el periodista Vicente García Peñas su reseña de una de las ponencias presentadas en el citado VI Congreso de Salas para el diario ovetense La Nueva España y que ha sido publicada por el citado periódico el mismo día de la clausura, el sábado 17 de octubre de 2009. Me imagino que, una de dos, o de tres: 1) el periodista es amigo del ponente; 2) el periodista sólo estuvo presente en la ponencia del profesor Fernández; y 3) al periodista le gustó harto su ponencia. Como el asunto tiene su enjundia y su morbo más adelante volveré a él.
Hay que reconocer que el haber llegado a la sexta edición del evento congresual que organiza el Ayuntamiento del Concejo de Salas desde 1999 es uno de los más fiables indicadores para evaluar muy positivamente tanto la inquebrantable voluntad del gobierno de Salas en su apuesta por la cultura como la excelente acogida que encuentra entre prestigiosos profesores e investigadores de Asturias, del resto de España y de otros países de Europa. Salas va adquiriendo sin prisa pero sin pausa la imagen de una villa que sabe apostar por el conocimiento, por la cultura y por el cuidado, la conservación y el aprovechamiento de su destacado patrimonio monumental. Cuenta para ello con un equipamiento de excelencia, la magnífica Sala de Usos Múltiples de La Veiga, al que muy pronto se unirá el Centro Cultural en el que se convertirán las viejas escuelas de Chamberí, actualmente en fase de restauración y acondicionamiento y que pronto será inaugurado. Únase a todo ello la esperada entrada en servicio de la autovía A-63 de Oviedo a La Espina que pondrá a la villa de Salas dentro de la isocrona de media hora, la recuperación mediambiental del cauce del río Nonaya a su paso por la villa y la reciente remodelación de varias vías del callejero salense así como la del consistorio, sometido a una restauración y acondicionamiento sencillamente modélicos.
Con la convocatorio de los congresos bienales sobre Rehabilitación Sostenible del Patrimonio Cultural del concejo, la corporación municipal que preside José Manuel Menéndez desde hace bastantes años, cuyos sucesivos mandatos se están caracterizando por la modernización y el embellecimiento de la villa, está consiguiendo elevarla a la categoría de sede de eventos de variada naturaleza, no sólo culturales y científicos sino también deportivos, feriales y lúdicos. Responde así el concejo de Salas a la necesidad de dotarse de un conjunto de actividades de relevancia regional siguiendo la tónica de otras muchas localidades del mismo rango y hasta superior que buscan ganarse a pulso un lugar destacado en el ranking regional, nacional e internacional en lo que podemos llamar mercado de lugares y núcleos urbanos que pretenden captar una cuota creciente del creciente flujo de visitantes al que llamamos turismo.
Es el espíritu de los tiempos. En el pasado se adoptaron otras medidas tendentes a ese mismo objetivo. Entre ellas cabe destacar la construcción de templos catedralicios monumentales y de relevante belleza, el atesoramiento de reliquias de santos, la apertura de museos y pinacotecas en las que exhibir obras de arte singulares y hasta la instalación de grandes relojes en sus edificios públicos civiles o religiosos porque, en el pasado tuvo una especial importancia en la captación de visitantes. Sí, porque los regidores de muchas ciudades no pensaban sólo en la población residente sino también en la no residente, en los pasajeros a los que dio en llamarse turistas.
El VI Congreso de Salas ha estado dedicado al estudio de la Economía y el Patrimonio en lo Rural. Han sido tres días de intensa actividad con la participación de cerca de treinta ponentes, los cuales han ofrecido lo más granado de sus conocimientos y reflexiones sobre el tema propuesto bajo la alta dirección del profesor de la CCM, el salense don Juan Velarde, auxiliado por el director del Aula Valdés-Salas, el profesor de la UIOVI y también salense Isidro Álvarez. Si yo como ponente y como asistente a todas las ponencias de los demás participantes tuviera que destacar las ponencias más relevantes empezaría por la del profesor de la UNIOVI, Jesús Arango, Agricultura y espacio rural en Asturias. Su ponencia me congratuló muy especialmente porque ofreció un análisis de la problemática de la sociedad y la economía rural así como un certero diagnóstico de dicho problema así como un ordenado conjunto de acertadas medidas para su solución a medio plazo. Después de oírle ya no podré decir más que nadie sabe lo que hay que hacer con el mundo rural porque al menos el profesor Arango sí sabe lo que hay que hacer. Y lo sabe muy bien.
La segunda ponencia que destacaría y ensalzaría es la que nos ofreció el profesor José Luis Barreiro Rivas, de la U. de Santiago de Compostela, La creación del espacio en torno al Camino de Santiago. El papel de Asturias en la formación de Occidente, con la que resaltó el papel que jugó en la Europa de su tiempo el Reino de Asturias. Sencillamente magistral. Los planteamientos del profesor Barreiros no pueden ser ignorados ni por los historiadores de Europa ni por los políticos europeos.
La tercera y última ponencia que tengo que resaltar es la que pronunció el profesor Juan Velarde con la que se cerró la actividad expositiva del Congreso. En su ponencia, el prof. Velarde dio una respuesta ciertamente magistral a la pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿Tiene futuro el medio rural? Después de exponer el marco histórico y global en el que se desenvuelve el medio rural asturiano, español y europeo, el ponente vino a sostener con un mesurado optimismo, tanto en la humanidad como en su capacidad para dar respuesta a los más graves problemas, que el futuro de lo rural no es tan negro como se cree. Velarde sostiene con Keynes que siempre que el hombre convoca a la técnica, la técnica comparece siempre para ayudarle a resolver sus problemas de bienestar.
Todas las demás ponencias ofrecieron una calidad aceptable y algunas más que aceptable. En general todas tuvieron un factor común: el de considerar el patrimonio monumental, los recursos naturales y la cultura en general del concejo como un acicate no desdeñable para generar riqueza gracias a la atracción de visitantes. Por esta razón he empezado mi testimonio con la frase que el periodista Vicente Díaz Peñas destaca de la ponencia del prof. Víctor Fernández. No deja de ser destacable que el prof. Víctor Fernández aplique a lo que llama economía de la cultura el mismo enfoque y el mismo tratamiento que es habitual entre los estudiosos del turismo desde hace siglo y medio, el enfoque que yo llamo sociológico a pesar de que ellos lo tienen por económico. El carácter económico que ellos creen dar, unos como el profesor Fernández a la cultura, y otros como los turisperitos al turismo, es sólo aparente. Estudiar la cultura y el turismo atendiendo a los efectos que la cultura y el turismo tienen en la economía es estudiar estas realidades desde fuera, no en sí mismas, y por esta razón ponen el énfasis en la cuantificación de sus aportaciones al PIB (la cultura, según el prof. Fernández, aporta el 3% y el turismo, según los turisperitos, el 12%, en ambos casos al PIB nacional) Están convencidos quienes así estudian la cultura y el turismo de que su análisis es de naturaleza económica cuando en realidad consideran tanto a la cultura como al turismo como sendas cajas negras en cuyo interior no entran porque ven ambas realidades como fenómenos y desde fuera. Eso sin necesidad de decir que estudiar la economía de la cultura como hace el profesor Fernández es limitarse a estudiarla como una de las muchas dimensiones del fenómeno turístico. Para comprenderlo basta caer en la cuenta de que esa capacidad que atribuye a la cultura de generar riqueza se deriva de que una visión de la cultura como recurso turístico, como atracción de visitantes puesto que si no atrajera turismo la cultura vería muy mermada esa capacidad.
El autor de esta reseña del Congreso defendió una ponencia en la que se esforzó por convencer a su audiencia de la necesidad de estudiar el turismo no sólo como un fenómeno social para luego empeñarse en cuantificar sus efectos externos, que es lo que hacen los turisperitos, sean economistas, sociólogos o geógrafos, sino que cada vez es más urgente, tanto científica como empresarialmente, estudiarlo como un noúmenos, es decir, en sí mismo y desde dentro. Para ello partí de un postulado, el que se puede formular diciendo que si lo que consume un visitante, turista o no, es un programa de estancia pasajera o de visita, producir turismo consiste en producir programas de estancia pasajera o de visita. El postulado permite ver el turismo como una rama bien identificada del sistema productivo y no como un confuso y heterogéneo conjunto de ramas productivas, que es la visión convencional, la cual lleva a conceptualizar el turismo como una realidad compleja y de difícil conocimiento cuando esta no es más que la consecuencia de un erróneo planteamiento del problema.
Debo admitir que mi ponencia fue una de las que peor fueron expuestas. Puestos a encontrar una explicación convincente de ello debo reconocer que, en primer lugar nunca superaré un miedo escénico congénito que genera en mí una situación de ansiedad indeseable. Pero en segundo lugar tengo que reconocer que el contenido de mi ponencia genera dos tipos de reacciones según el grupo al que pertenezca mi auditorio: si el auditorio está formado por turisperitos, rechazan mis propuestas en la medida en que las consideran, con razón, heterodoxas, es decir, contrarias a los dogmas que ellos profesan. Y si mi auditorio está formado por profesores y estudiosos ajenos a la disciplina del turismo, no consigo hacerles captar el indudable interés teórico y práctico de mis planteamientos porque sin duda lo que saben de turismo está más cerca de la concepción convencional que de la que yo defiendo. Pues bien, este último tipo de auditorio fue el del VI Congreso de Salas.
Antes de proceder a mi exposición mantuve un debate corto pero jugoso con el profesor Víctor Fernández. Cuando le expuse que lo que acabábamos de comer no eran judías verdes, patatas, cordero y leche sino un conjunto de platos cocinados por una empresa, el restaurante que lo sirvió, empresa que fue la que consumió los productos citados, consumo que la economía trata como demanda intermedia (de factores de producción), él insistió en que él había comodo judias verdes, patatas, cordero y leche. Tuve que hacerle la pregunta ociosa de si él era economista. Cuando me dijo que sí, que era economista, dí por finalizado el debate no sin antes preguntarle si él consume ruedas, tapicería y chapa cuando utiliza su coche. No, me dijo, lo que consumo es un coche, no ruedas, tapicería y chapa. En fin, es sorprendente que un economista vea con claridad que un coche es un producto transformado porque una empresa industrial consume factores para su actividad productiva pero no logre ver que un menú también es un producto transformado por una empresa industrial que consume factores en su actividad productiva.
No es de extrañar por estas razones que aun no haya sido capaz de convencer no ya al auditorio ocasional de un congreso sino, y esto es peor, a quienes como la Organización Mundial del Turismo ni a los que se consideran expertos científicos en turismo a pesar de que repiten una y otra vez que hay que seguir investigando sin descanso para clarificar el conocimiento de lo que llaman, sin base alguna, la primera industria mundial.
El Congreso de Salas fue sin duda un excelente ejemplo de lo que hay que hacer cuando se trata de producir turismo. Veamos por qué:
Los organizadores del VI Congreso ofrecieron tanto a los participantes como a los asistentes un verdadero programa de estancia pasajera cuyos elementos constitutivos fueron los que a continuación enumero:
- Un programa de ponencias a cargo de especialistas de reconocido prestigio sobre economía y patrimonio en el medio rural contando para ello con una sala de actos dotada de medios audiovisuales y tecnologías de la información
- Servicios de hospitalidad (alojamiento y refacción en un establecimiento hotelero)
- Asistencia a una exposición de escultura al aire libre (Vª exposición de Escultura en Norte) inaugurada a continuación de la clausura de las ponencias.
- Asistencia a una obra de arte dramático de vanguardia en el marco de un palacio del siglo XV
- Espicha de despedida servida por el restaurante del establecimiento hotelero.
No deja de ser sorprendente que los organizadores del evento (la Oficina Técnica del Ayuntamiento y el Aula Valdés-Salas) se hayan comportado, seguro que sin saberlo ni pretenderlo, como consumados productores de turismo. Lo más probable es que no alcanzaran a comprender en toda su integridad las novedosas y heréticas propuestas que les hice en mi ponencia. Una vez más se repitió el caso paradigmático de aquel personaje de Molier que hablaba en prosa y no lo sabía.
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